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Friday, January 22, 2010

Aceptación en el Matrimonio







Uno de los últimos libros que leí fue el de el Sacerdote Capuchino Ignacio Larrañaga " El Matrimonio Feliz" el cual ha dejado una gran huella en mi, pero sobre todo en mi manera de vivir mi propio Matrimonio, es un hecho que mas de el 60% de nosotros cuando optamos por el Matrimonio no estamos listos, concientes, ni mucho menos preparados, confundidos y cautivados por lo que creemos es el amor, iniciamos esta aventura llamada Matrimonio sin imaginar que el camino que nos espera esta lleno de asechanzas constantes en contra del Amor. Toda relación de parejas siempre esta sujeta al desgate, pues el amor como sentimiento muy nuestro que es, no deja de ser de carácter fugaz, en pocas palabras al correr de el tiempo si no se atiende tiende a ir desapareciendo, he aquí lo de fugaz, recuerdas el dicho “del amor al odio solo hayan paso”.

¿Cómo evitar los vaivenes del amor? ¿Como Lograr que la felicidad del día de nuestra boda perdure?

Como mencionaba al principio la mayoría de nosotros nos casamos sin buscar esa preparación, llenos de ilusión y que sucede cuando el tiempo de acoplarnos a vivir juntos llega y de pronto me doy cuenta de que mi conyugue trae hábitos que a mi no me gustan, si no estamos verdaderamente enamorados es cuando inician los conflictos y la razón de esto es la falta de conocimiento y aceptación de el uno y el otro. No olvidemos que antes de ser esposos éramos “sui generis" individuos únicos con una personalidad muy única de la que mi conyugue se enamoro, pero de pronto el amor se vuelve egoísta pues empiezo a exigir que mi cónyuge cambie a mi manera, se comporte, se vista, de la manera que me complazca.

Recuerdas esa frase “somos iguales, idénticos, nos gusta lo mismo, hechos el uno para el otro” que mentira mas grande, y no quiero ser aguafiestas, pero es importantísimo que desde el inicio de el Matrimonio se reconozca el uno al otro tal cual es, mira a tu conyugue y mírate a ti, “El es el y tu eres tu” jamás serán uno solo, por tan bella que sea esa expresión, como criaturas de Dios que somos pues el no creo al ser humano en serie o en una fabrica, es por eso que el “Amor te unifica no te identifica” y es aquí donde debemos trabajar desde el principio en esta aceptación de que mi conyugue es diferente a mi, y eso fue lo que me atrajo a su persona, yo tengo que relacionarme siendo yo mismo y aceptar a mi conyugue como es, para que en el matrimonio haya esa integración de dos personas y sea una relación sana, de otra manera habría una dominación de uno al otro, y esto es enfermizo, pues uno es feliz siendo dominador o controlador y el otro es feliz siendo dominado y controlado, y el yo “la mismidad” se perdería.

Pero como lograr conocer tu individualidad, tu singularidad, y tu autenticidad (único), esto también se cultiva, desde un punto vocacional, como? Preguntándote ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Cómo voy a llegar ahí? ¿Cuál es el sentido de la mi vida? Las tareas primordiales de esta autenticidad a las que estamos llamados, es de conocernos a nosotros mismos, confiar en nosotros mismos, ser sincero conmigo mismo, aceptar y amar la personalidad de mi conyugue y los míos, estimar y apreciar los carismas de mi conyugue y míos.


El que nos hayamos aventurado en el Sacramento del Matrimonio sin haber tenido estos cuestionamientos no quiere decir que vayamos a fracasar, aun es tiempo de encender la llama de al amor y que su calor ahuyenté cualquier invierno que estemos o hayamos pasado. Fracasaremos si no tomamos ninguna acción, y optamos por continuar en el camino del desencanto, pero en ese questionamiento y encuentro con Dios te vas a dar cuenta que el fracaso no es nustra vocacion, pues estamos llamados para algo mas.


Como oración los dejo con las palabras de Ruth, que mejor prueba de que el Sacramento del Matrimonio es para siempre.
Dedicado a Josie:

No me pidas que te deje
Y que me separe de ti.
A donde tú vayas, iré yo
Y donde vivas, yo viviré.

Tu gente será mi gente
Y tu Dios será mi Dios.
La tierra que, muerta
Te reciba en su seno.
Será la tierra donde yo muera
Y donde se abrirá mi sepultura.

Que el Señor así me lo otorgue
Y escuche mis votos;
Que solo la muerte me separe de ti.
Ruth 1:16-18

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